Más allá del lujo: el oscuro secreto del Nueve de Oros
Qué esconde realmente esta carta del Tarot Rider Waite Smith. El caracol, Rosalind y la autosuficiencia como burla sutil.
El caracolito del 9 de Oros: una imagen que no es lo que parece
A raíz de un post de
–¡gracias!–, he recordado el caracolito del 9 de oros del Rider Waite Smith.El plot twist, al final del artículo. Avisados estáis.
Autosuficiencia es una de las palabras que se asocian a este arcano menor, de aire luminoso y propicio habitualmente. Pero no es oro todo lo que reluce. Este arcano esconde una broma de Pamela Colman-Smith. Una reivindicación. O una humillación, según se mire.
Como es Viernes Santo, y hay tiempo, me he puesto también en el papel del señor Waite, solo que como no tengo ilustradora a mano, he utilizado ChatGPT –mea culpa, crucificadme, que es la época–. Lo he alimentado con imágenes –libres de derechos, eso sí–, para reimaginarme este arcano, y con ellas he ido realizando las distintas composiciones-collage. Creedme que no han sido minutos, sino horas.
Podía haberme quedado simplemente imaginando las escenas en mi cabecita loca, pero así las comparto con vosotros. Y juntos, giramos un poquito el caleidoscopio de la realidad.
Amoh al lío!
Shakespeare, Rosalind y la actriz que inspiró el 9 de Oros
Como decía, el caracolito de marras trae cola. Marcus Katz, en su libro Secrets of the Waite-Smith Tarot, nos pone sobre la pista. Resulta que el 9 de oros es un retrato de la actriz Ada Rehan en el papel de Rosalind, de la obra de Shakespeare “Como gustéis” (“As you like”). Una obra reivindicada por movimientos feministas, y ahora comprenderemos el porqué.
El diálogo del caracol: burla y sabiduría camufladas
En concreto, en la escena representada hay un diálogo que transcurre tal que así:
ROSALIND: No, si sois tan lento, no quiero veros más. Preferiría ser cortejada por un caracol.
ORLANDO: ¿Por un caracol?
ROSALIND: Sí, por un caracol, porque aunque llega despacio, lleva su casa sobre la cabeza—una mejor dote, creo, de la que tú puedes ofrecer a una mujer. Además, trae su destino consigo.
ORLANDO: ¿Cuál es ese?
ROSALIND: Pues, cuernos, que los de tu clase tenéis que agradecer a vuestras esposas. Pero él viene armado con su fortuna y evita la difamación de su esposa.
Pobre caracol. Es fácil reírse de él, sobre todo cuando la flecha de la burla la lanza una mujer brillante y enamorada —en la obra, disfrazada de joven pícaro—. Pero debajo de la broma queda el aguijón: el caracol cumple su función con dignidad, sin aspavientos. Lleva su casa, su destino, y hasta sus cuernos, con la entereza de quien no necesita halagos. Y ahí es donde se desvela la verdadera ironía del 9 de oros: mientras la dama presume de jardín, ropaje y control, la criatura pequeña y silente a sus pies carga —literalmente— con el peso de su mundo. Y sin quejarse. ¿Humillación o homenaje? ¿Burla o espejo?
Para mí, una humillación en toda regla al pobre Orlando, llamándolo poco menos que ser babeante y cornudo.
Rosalind, el personaje feminista que rompió moldes
Pero ¿quién es el autosuficiente de esta escena? ¿Ella? ¿O más bien el caracol, nuestro amigo Orlando, que lleva el peso de su casa a cuestas como si fuese el mismísimo Atlas?
Rosalind, el personaje que inspira esta carta, es algo así como la madre de todas las brujas modernas: inteligente, camaleónica, y con cero ganas de comulgar con la rueda de molino patriarcal. Shakespeare le dio líneas agudas como espadas, y Pamela Colman-Smith, ojos y cuerpo. Que la actriz Ada Rehan la encarnara justo antes de que Pam dibujara su tarot no es casualidad: ese vestido floreado y esa mirada entre sabia y burlona son puro 9 de oros en esteroides.
Envíame un mensaje. Para una consulta, o para lo que quieras.
Soy simpático, de verdad que sí.
Reimaginando el 9 de Oros: tortugas, símbolos y crítica visual
Pues bien, estas son las reflexiones con las que me he reimaginado el arcano. ¿Cómo lo vería si yo fuese el caracolito?
Lo primero ha sido intentar que la dama realmente se parezca a Ada Rehan. Sin corsé y un poco más curvy, bien nutrida (es el 9 de oros), y siempre con respeto. ¡Estamos en el s. XXI!
Ya puestos, he cambiado los pentáculos por tortuguitas, animal entrañable donde los haya que también va por la vida con su casa a cuestas. Y que casualmente da nombre a este blog (Honu, en Rapa Nui, es “tortuga”).
No hay caracol de momento, y los oros son 5+4 en lugar de 6+3. Tiene su justificación simbólica, pero eso os lo dejo para que saquéis vuestras propias conclusiones.
El caracol como Atlas: dignidad silenciosa en clave de humor
Pero aún podemos ir un poco más allá. ¿Y si cedo el protagonismo al caracol? Autosuficiencia al poder, y cumpliendo además con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
Para el caracolito, le he dado a ChatGPT algunas imágenes de Atlas. Por eso ha salido fornido y medio en pelotas. Cosas de los dioses, oiga.
Y ahí lo tenemos, un caracolito-dios, humillado —recordad el diálogo— pero autosuficiente y revestido de dignidad.
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Un giro de cámara: reinterpretar el 9 de Oros desde abajo
Giremos aún más el caleidoscopio de la realidad en este ejercicio taronáutico de imaginación. Dejemos a nuestro Atlas venido a menos todo el protagonismo. Los oros y los pies de la mujer, a un segundo plano. Y he aquí el resultado.
Tal vez por eso el 9 de oros, bajo su fachada de lujo discreto, sea también una carta con algo de espejo torcido. Un recordatorio de que lo bonito no siempre es fácil. Y que la autosuficiencia no es sólo una palabra bonita en una meditación de Instagram: es una elección diaria, a veces solitaria, a menudo incómoda. Pero también, como decía Shakespeare, una comedia en la que uno elige su papel… aunque sea el del caracol.
Del Ermitaño al caracol: autosuficiencia taronáutica
Y ahora un pequeño plot twist. Redoble de tambores… –me está quedando todo muy de Semana Santa–.
No es casualidad que el 9, en los mayores IX, sea el Ermitaño. Una connotación a tener en cuenta siempre. Alguien que vaga con lo puesto. Alguien autosuficiente, que lleva su propia luz.
Así que cuando veáis el 9 de oros, recordad la autosuficiencia. La de nuestro pequeño y heroico “Orlando el Caracol”. Cornudo pero digno.
Un taronáutico saludo!
Me encanta la historia! 😍