Nueve puertas, ningún mapa. El Tarot que no era Tarot (V).
Recorrido por las láminas de "La novena puerta", un grimorio visual para taronautas descreídos.
¡Continuamos este recorrido cuasi taronáutico por estas misteriosas láminas! Y aunque es la lámina número V, y me siento tentado, no haré ninguna rima deshonesta… (pero ya la tienes en la cabeza, ¡oh, sagaz lector!).
Si te perdiste los post anteriores, puedes ponerte al día aquí.
El camino no es solo avanzar. Es saber lo que dejas atrás. Las puertas del Reino de las Sombras no se abren de par en par: hay que ganárselas. Y cada una deja una marca. Hasta ahora, hemos visto cómo el silencio, el conocimiento y el azar nos han puesto a prueba. Pero no hay descanso. La quinta lámina nos enfrenta al precio más temido: el de la codicia.
Amoh al lío!
Lámina V: El Mercader y la Muerte
Écfrasis
La escena transcurre dentro de una habitación cerrada (se notan paredes, indicando interior). Un mercader o usurero de mediana edad cuenta monedas de oro que saca de un saco o bolsa, totalmente absorto en su tarea de contar riquezas. Detrás de él, a sus espaldas, se yergue la figura esquelética de La Muerte: un esqueleto encapuchado que porta en una mano una especie de horqueta de campesino (una horca de dos púas, herramienta agrícola) en vez de la típica guadaña, y en la otra mano sostiene un reloj de arena casi agotado. La Muerte observa atentamente al avaro mientras este cuenta sus monedas, como aguardando el momento. El lema dice simplemente: “FR.ST.A.”, clave que resulta ser “Frustra”, o sea “En vano.”
Análisis simbólico
Esta imagen es un potente memento mori y claramente emula la tradición medieval de la Danza de la Muerte. En la Danza Macabra, la Muerte sorprende a personas de todas las clases – y hay ilustraciones clásicas del Avaro/Mercader con la Muerte a sus espaldas tocándole el hombro mientras guarda su oro. Holbein el Joven, en su serie de grabados La Danse Macabre (1538), tiene una escena casi idéntica: la Muerte arrebatando el saco de dinero a un usurero. La lámina V parece directamente inspirada en ese motivo. El mensaje es el mismo: las riquezas materiales son vanas porque la muerte llega a todos por igual, no importa cuánto dinero hayas acumulado – no te lo podrás llevar. Esto encaja perfectamente con el lema “Frustra” (En vano). La codicia y el esfuerzo del mercader son en vano ante la presencia inexorable de la Parca.
La Muerte está representada con atributos típicos: el reloj de arena (símbolo del tiempo de vida que se acaba) y un instrumento agrícola que podría ser un error deliberado (normalmente sería una guadaña; aquí es una horca de trillar, tal vez para indicar “la cosecha” de almas de forma más humilde). La ausencia de guadaña quizás la hace pasar más desapercibida para el mercader, que no la nota. De nuevo, la puerta de la habitación está cerrada, indicando que el mercader cree estar seguro en su recinto… pero la Muerte ha entrado de todos modos.
En el contexto del Novem Portis, esta lámina advierte de la futilidad de buscar riqueza o poder temporal. Aplicado al viaje iniciático, podría significar que aquellos motivados por la avaricia fracasarán. Boris Balkan, el villano de la historia, es un coleccionista codicioso que desea el poder de invocar al Diablo; esta lámina presagia su destino (en última instancia, su ritual es “en vano” y perece). También puede verse como un recordatorio de que todo sacrificio material es irrelevante comparado con la iluminación oscura que se busca – un llamado a renunciar a lo mundano. Desde otra óptica, dado que Lucifer es “el embaucador”, quizás está mofándose: “Si has llegado hasta aquí solo por ambición, todo será en vano”.
Cabe destacar que Frustra evoca la famosa inscripción “Et in Arcadia ego” donde la Muerte dice “yo (la muerte) también estoy en Arcadia”; aquí con “En vano” la Muerte declara la inutilidad de los esfuerzos humanos. Simbólicamente, la horca ardiente (si es de trillar) podría aludir al demonio Belcebú (a veces representado con horca) o simplemente a la siega de vidas.
Esta lámina está muy anclada en la iconografía medieval, menos en tarot (aunque en el tarot el arcano XIII La Muerte tiene significado parecido, las representaciones clásicas son diferentes). Reiteradamente, nos devuelve al mensaje moralizante: Vanitas vanitatum. Su presencia en un libro supuestamente demoníaco es interesante: Lucifer le estaría recordando al adepto que incluso la búsqueda del poder infernal puede ser en vano si no se hace correctamente. Es un desaliento a la superficialidad.
Nos vemos en la próxima puerta. Si el precio de la codicia es la muerte, ¿qué pagará el que se atreva a seguir?
Un taronáutico saludo!
Te escucho. ¿Te gustaría experimentar una lectura de Tarot? ¡Escríbeme!