Nueve puertas, ningún mapa. El Tarot que no era Tarot (VII).
Recorrido por las láminas de "La novena puerta", un grimorio visual para taronautas descreídos.
Vamos avanzando, y si has llegado hasta aquí, ya habrás notado que esto no es un paseo por el simbolismo de baratillo. Las puertas se suceden, cada una más retorcida que la anterior. Pero así es el camino: el silencio, la prudencia, el azar, la codicia, el sacrificio... Todo tiene su precio y su lección. Y cuando crees que ya has visto suficiente, llega la siguiente lámina y te desmonta otra vez. Así que respira hondo, que esto sigue.
Si te perdiste los post anteriores, puedes ponerte al día aquí.
Esta vez, lo que nos espera es un duelo de mentes y un conflicto dual: el discípulo y el maestro. Pero claro, aquí las cosas nunca son tan sencillas como parecen.
Amoh al lío!
Lámina VII: La Partida de Ajedrez y los perros duales
Écfrasis
Se observa el interior de una habitación señorial. En primer plano, ante una mesa, un rey coronado y un plebeyo (o quizás un bufón sin gorro) juegan una partida de ajedrez. Curiosamente, el tablero de ajedrez carece de escaques de colores alternados: es un tablero monocromo, todas las casillas parecen del mismo tono. El rey y el hombre común están concentrados en el juego. Al fondo de la habitación, en la pared, hay una ventana abierta por la que se ve la Luna llena en el cielo nocturno. Debajo del alféizar de esa ventana, dentro de la habitación, dos perros —uno negro y otro blanco— están en plena pelea encarnizada, mordiéndose entre sí. Los perros parecen uno de raza noble y otro callejero, simbolizando quizá estatus distintos. El lema puesto es: “DIS.S P.TI.R M.”, decodificado “Discipulus potior magistro”, que significa “El discípulo supera al maestro.”
Análisis simbólico
Esta lámina está cargada de la temática de la dualidad y la inversión de roles. Un rey (autoridad máxima, maestro) jugando de igual a igual con un plebeyo (el discípulo) sugiere que el alumno puede vencer al maestro en su propio juego – de hecho, el lema lo anticipa: “el discípulo aventaja al maestro.” Es un mensaje audaz, que en contexto diabólico sugiere que Lucifer (el discípulo, ex-ángel) superará a Dios (el maestro), o bien que el iniciado superará a su tutor/guía.
El ajedrez monocromático es un detalle fascinante: el ajedrez siempre es lucha de opuestos (blancas contra negras), pero aquí si el tablero es de un solo color, ¿cómo distinguen las casillas? ¿Significa que las reglas tradicionales ya no aplican? Quizá indica que la distinción entre bandos (bien y mal, rey y peón) se ha difuminado. También podría simbolizar la idea de que en este juego final, ambos bandos son en realidad el mismo (todas las casillas iguales sugiere que todo pertenece al mismo reino, tal vez el diablo controla ambos lados del juego).
Los perros blanco y negro luchando bajo la luz de la Luna refuerzan la idea de dualidad en conflicto. En el arcano del Tarot La Luna, se suele representar un perro doméstico y un lobo salvaje aullando juntos a la luna, simbolizando la mente civilizada y la naturaleza instintiva. Aquí en vez de aullar pacíficamente, se están peleando ferozmente, lo cual es una intensificación dramática: es la guerra entre opuestos (Luz vs Oscuridad, Bien vs Mal, o incluso entre dos aspirantes a un mismo objetivo). El perro negro contra el blanco evocan claramente el Yin y Yang en discordia.
El lema “Discipulus potior magistro” tiene origen bíblico invertido: En el Evangelio Jesús dice “no es el discípulo mayor que su maestro”, pero aquí Lucifer contradice: el alumno supera al maestro. Esto sugiere subversión del orden establecido, que es muy propio del satanismo (la rebelión de Lucifer contra Dios, esperando superarle). Dentro de la ficción, puede aludir a que quien siga el libro Novem Portis puede incluso dominar al Diablo. Sin embargo, también es un aviso: quizá el discípulo Corso supera al maestro Balkan, o Lucifer (maestro del juego) espera que su “alumno” Balkan sea arrogante para luego superarlo. Hay ironía aquí.
El ajedrez en sí es un símbolo venerable de la estrategia y la guerra intelectual. Muchas obras literarias utilizan la partida de ajedrez como metáfora del destino. Aquí, con un rey y un plebeyo, recuerda un poco a la partida de ajedrez de la Muerte (como en El Séptimo Sello de Bergman). Pero en vez de Muerte, aquí es Rey vs. Plebeyo – podría ser Dios vs. Hombre, o Rey (Balkan) vs. Corso (plebeyo).
En resumen, la Lámina VII enseña la superación del maestro por el discípulo y la inversión de jerarquías. El buscador (discípulo) debe tener la astucia para vencer incluso a aquellos más poderosos o experimentados – una referencia a la astucia luciferina. Simultáneamente, muestra el conflicto de opuestos (perros) en su punto álgido: el caos justo antes de la resolución.
Nos vemos en la próxima puerta. Si el discípulo vence al maestro, ¿quién será el último en reír? La travesía sigue, y el equilibrio parece más frágil que nunca.
Un taronáutico saludo!
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