Nueve puertas, ningún mapa. El Tarot que no era Tarot (VI).
Recorrido por las láminas de "La novena puerta", un grimorio visual para taronautas descreídos.
A estas alturas, no hay marcha atrás. Ya lo sabías desde el principio: cruzar estas puertas no es un acto sin consecuencias. El silencio inicial se quebró, las llaves abrieron lo cerrado, el azar hizo su jugada y la codicia pagó su precio. Ahora la sexta lámina nos enfrenta a una imagen inquietante: el ahorcado.
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Esto no es un ejercicio de erudición. Es el descenso al símbolo, a lo que yace bajo la superficie del grabado.
Amoh al lío!
Lámina VI: El Ahorcado y la espada ardiente
Écfrasis
Esta escena transcurre ante la muralla de un castillo. De una de las almenas o salientes de la muralla cuelga, boca abajo, un hombre condenado, atado por uno de sus pies. El hombre pende con las manos atadas a la espalda y la cabeza hacia abajo, en posición muy similar a la carta del Ahorcado del tarot (arcano XII). Lleva ropas harapientas, indicando que fue ejecutado. En la pared contigua de la muralla, por encima de otra puerta cerrada del castillo, asoma por una ventana estrecha un brazo armado con un guantelete, que empuña una espada en llamas apuntando hacia afuera. Es como si alguien dentro de la fortaleza estuviera mostrando esa espada de fuego. El lema dice: “DIT.SCO M.R.”, que se resuelve “Ditesco mori”, traducible como “Me enriquezco con la muerte.”
Análisis simbólico
Esta lámina está cargada de resonancias bíblicas y esotéricas. Por un lado, la figura del colgado por el pie es claramente una referencia al Ahorcado del tarot, que suele interpretarse como sacrificio voluntario, inversión de valores o martirio que conduce a iluminación. En la tradición iniciática, colgarse invertido simboliza ver el mundo al revés, obtener una nueva perspectiva. Sin embargo, aquí el colgado parece una víctima (¿un ladrón, un traidor?) ejecutada, no un voluntario. Podría aludir a la traición de Judas, considerando que Judas es tradicionalmente representado colgando de un árbol, y a veces se le llama el décimo tercer discípulo.
La presencia de la espada flamígera sugiere otro contexto: como ya mencionamos, esa espada recuerda al arma del ángel guardián del Paraíso. En Génesis, tras la Caída, Dios colocó querubines con espada de fuego para que nadie entrara al Edén. Aquí tenemos un castillo (¿símbolo del Paraíso invertido, o de la fortaleza del conocimiento?) cuya puerta está custodiada por una espada ardiente que sale de una tronera, y además un cadáver colgado en la muralla. Parece representar que el precio de intentar forzar la entrada es la muerte: alguien intentó entrar (quizás el colgado) y fue ejecutado; su muerte ahora “enriquece” al que empuña la espada.
El lema “Me enriquezco con la muerte” es bastante macabro. ¿Quién habla? Podría ser la Muerte misma, pero más coherente es que sea Lucifer: como señor de la muerte, se enriquece con las almas de los que mueren en el intento. Otra lectura: demonio ganando poder con cada sacrificio. En la novela, la baronesa Kessler es asesinada estrangulada (cuerda) y luego su mansión arde (fuego), reflejando la imagen de horca y llamas de esta lámina.
Desde el punto de vista alquímico, esta escena puede verse como la etapa del Solve final: la muerte del cuerpo (Nigredo, putrefacción) que libera el espíritu. El colgado invertido a veces se asocia a la obtención de la piedra filosofal a través del sacrificio. La frase “enriquecerse con la muerte” encaja con la idea de que de la muerte surge nueva vida o poder (el Fénix que renace de sus cenizas, etc.). Lucifer promete que mediante la “muerte” (figurada o real) el adepto obtendrá la iluminación/riqueza suprema.
No podemos obviar la fuerte similitud con el Arcano XII – El Colgado: en la mayoría de mazos de tarot, el colgado tiene una pierna cruzada formando un 4 invertido, manos a la espalda, serenidad en el rostro, representando la entrega. En el grabado, el colgado está más desdichado (manos atadas, quizá muerto), pero la pose es la misma. Esto confirma la intención tarotística.
En síntesis, la Lámina VI es la más siniestra: la prueba de la muerte. Representa que solo aceptando la posibilidad de la muerte (sacrificio) se obtiene la verdadera riqueza del conocimiento prohibido. El lema paradójico, en la muerte está la ganancia, resuena con la doctrina cristiana pero aquí en sentido luciferino: perder la vida terrenal para ganar poder infernal.
Nos vemos en la próxima puerta. La travesía sigue, y lo que parecía un sacrificio se revela como un camino hacia el poder. Pero el precio nunca es bajo.
Un taronáutico saludo!
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